lunes, 10 de noviembre de 2014
CAPITULO 45
Es la primera vez que hemos estado juntos durante un día entero, y somos incapaces de desnudarnos, tocarnos, tener sexo —que en realidad es todo lo que sabemos hacer.
Después de casi once horas de caminar y ver todo lo que se puede a la luz del día —he visto sus labios hacer una
mueca por sus perfectas palabras, sus anchas y hábiles manos señalando importantes edificios y sus traviesos ojos verdes fijándose en mis labios y mi cuerpo suficiente veces— todo lo que quiero ahora es sentir el peso de él moviéndose encima de mí.
Me aferro a la idea y a la familiaridad que hemos cultivado hoy tan sólo nosotros —Paula y Pedro— pero tan pronto como regresamos al apartamento, besa la parte superior de mi cabeza y me sirve un vaso de vino antes de encender su ordenador portátil para comprobar el correo electrónico del trabajo, con la promesa de ser rápido. Mientras se sienta de espaldas a mí en el pequeño escritorio, meto las piernas debajo de mí en el sofá, bebiendo vino mientras observo la tensión regresar gradualmente a sus hombros. Escribe un correo electrónico que debe ser intenso, porque sus dedos golpean el teclado y hace clic en enviar, antes de inclinarse hacia atrás en su silla y pasarse una frustrada mano por el cabello.
—Putain23 —maldice en una exhalación apretada.
—¿Pedro?
—¿Mmh? —Se inclina hacia delante para pasarse las manos por el rostro.
—Puedes venir aquí, ¿por favor?
Toma otra respiración profunda antes de levantarse, y luego caminar hacia mí, pero tan pronto como lo miro a la cara —sus ojos lucen vacíos, su boca apretada en una recta y agotada línea— sé que el hechizo está roto e iré sola a la cama. Estamos de vuelta en la vida real, donde su vida es un misterio, tiene un trabajo agotador, y yo soy sólo temporal.
Hemos vuelto a jugar a las casitas.
—Tienes más trabajo, ¿no es así? —le pregunto—. ¿Por tomarte el día libre?
Se encoge de hombros, y alarga una mano para coger mi labio inferior entre su dedo pulgar e índice. —No me importa. —Se inclina y besa mi boca, chupando mis labios antes de alejarse—. Pero sí. Tendré que irme temprano a la oficina mañana.
Mañana es lunes, y ya está retrasado en su semana.
—¿Por qué lo haces? —Las palabras se sienten incómodas en mi lengua; nuestras conversaciones sobre su trabajo se han basado principalmente en sus disculpas por trabajar tanto y en mí comprendiéndolo. Pero no entiendo, y en este momento, me siento avergonzada por nunca haberle preguntado al respecto. Aparte de saber que tiene una harpía de jefe, y que este trabajo le dará un mejor puesto, realmente no tengo ni idea de lo que hace allí.
—Porque no voy a ser capaz de encontrar un puesto mejor si dejo este tan pronto. Es muy prestigioso, ya sabes.
Necesito ganar esta demanda. —Sólo tiene que contarme un poco de ello —detalles vagos sobre las corporaciones en guerra y el problema de la propiedad intelectual y las tácticas de ventas en el centro del caso— antes de que eche hacia atrás para mirarlo con sorpresa.
He oído hablar de esta demanda. Sé los nombres de las dos
empresas que se enfrentan. Es un caso que está constantemente en las noticias, en los periódicos. No es de extrañar que esté trabajando las horas que trabaja.
—No tenía ni idea —le digo—. ¿Cómo te las arreglaste para ir a Las Vegas?
Sus dedos tiran de su cabello y se encoge de hombros. —Fueron las únicas tres semanas en las que no fui necesitado. Se estaban juntando testimonios, y finalmente tuve un pequeño descanso. Tal vez es mucho más normal tomar unas largas vacaciones en Europa que en los Estados.
Lo tiro en el sofá junto a mí y obedece, pero su postura me dice que sólo estará allí por un minuto. Que se levantará y volverá a su computadora en vez de seguirme a la cama.
Paso una mano por la parte delantera de su camiseta y me
encuentro con ganas de verlo vestido para el trabajo mañana, entonces siento un apretado nudo de culpa formarse en mi estómago. —¿Usas traje y corbata para la sala?
Riendo, se inclina, y en la piel de mi cuello, dice—: No voy a la corte, pero no, en los tribunales se utiliza la túnica tradicional. Soy el equivalente a un asociado aquí. Derecho corporativo en Francia es quizás un poco diferente al de los Estados, aunque ambos son diferentes de la ley penal.
Quizás aquí se pasan más procedimientos por mesa.
—Si es diferente de los Estados, y también estás autorizado a practicar allí… ¿por qué volviste aquí después de la escuela de leyes?
Murmura algo, negando con la cabeza mientras besa mi mandíbula, y es la primera vez que no ha respondido a una pregunta. No puedo decir si estoy decepcionada o fascinada.
—Espero que termines pronto —le digo, apretando mi mano contra su rostro, e incapaz de resistirme, acariciando su labio inferior con un firme y suave movimiento de mi pulgar—. Espero que no siempre sea así. Me gusta cuando estás aquí, conmigo.
Cierra los ojos, exhalando lentamente mientras sonríe. —Suenas como una verdadera esposa cuando dices eso.
23Puta en francés.
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