lunes, 10 de noviembre de 2014
CAPITULO 46
Estoy casi aliviada de que él va a la oficina el lunes así puedo volver a la pequeña tienda en el callejón, conteniendo la respiración con lamesperanza de que estará abierta. Creo que el juego de roles es divertido para Pedro; por lo menos espero que sea tan divertido para él como lo es para mí. Llegamos a conocer al otro en estos pequeños destellos, dejándonos al descubierto mientras fingimos no hacerlo.
Y esta noche, quiero hacerlo hablar.
La tienda está abierta, y la misma vendedora está ahí, saludándome con la calidez de su sonrisa y el olor familiar del lirio. Me toma de la mano, llevándome hacia la lencería y los accesorios.
—¿Qué eres hoy? —pregunta.
Me toma varios segundos encontrar mis palabras, y aun así,
realmente no respondo a su pregunta. —Tengo que encontrar una manera de rescatarlo.
Me estudia por un momento antes de seleccionar un uniforme de soldado sexy pero no es para nada lo que busco. En cambio, mis ojos se mueven a un negligé24 tan vibrantemente rojo, que parece que podría quemar mis dedos.
Su risa es ronca y fuerte. —Sí, hoy lo rescataras con eso. Esta vez, cuando entraste, tu barbilla estaba más alta, tus ojos un poco perversos,creo. —Alcanzando la pared, me entrega un solo accesorio, y cuando bajo la mirada a lo que me ha dado, parece vibrar en mi manos. Nunca habría elegido este por mi cuenta, pero es perfecto.
—Que te diviertas, chérie25.
Me he maquillado lo suficiente para la actuación como para poder realizarla, haciendo mis ojos ahumados y oscuros, mis labios incluso más llenos y de color rojo. Puse suficiente rubor en mis mejillas para poder verme como si no tuviera muy buenas intenciones.
Dando un paso hacia atrás, me examino en el pequeño espejo montado en la puerta del dormitorio. Mi cabello cae directamente a mi barbilla, negro y liso. Mis ojos color avellana tienen más amarillo que verde últimamente. Mi flequillo necesita un corte; roza mis pestañas cuando pestañeo. Pero a la mujer que me devuelve la mirada le gusta la sombra que hacen. Ella sabe cómo mirar desde debajo de sus pestañas y coquetear, especialmente con los cuernos rojos que apenas se asoman en un delgado cintillo negro oculto en el cabello.
El negligé está hecho de encaje y con capas de suave tul macramé.
La capa da la ilusión de cubierta, pero incluso en la tenue luz de las velas que he puesto en todo el apartamento, mis pezones son claramente visibles debajo. La única otra cosa que estoy usando es un pequeño tanga roja.
Esta vez no estoy nerviosa cuando escucho la puerta del ascensor abrirse al final del pasillo, y el ritmo constante de los pies de Pedro caminando a nuestra puerta.
Entra, poniendo las llaves en la taza y poniendo su casco en la mesa antes de dar la vuelta a donde me siento en una de las sillas del comedor que he puesto unos diez metros delante de la entrada.
—Cristo, Cerise. —Lentamente, saca la bolsa de mensajero sobre su cabeza, poniéndola con cuidado en el suelo. Una sonrisa provocativa comienza en la esquina de su boca y perezosamente se extiende hacia el otro lado, mientras se da cuenta de los cuernos—. ¿Estoy en problemas?
Niego con la cabeza, temblando por la forma en que su acento hace que problemas sea mi nueva palabra favorita.
Me pongo de pie, caminando hacia él y dejo que examine todo el conjunto.
—No —le digo—. Pero he oído que estás en una situación que te gustaría cambiar.
Se calla, sus cejas se levantan lentamente. —¿Una situación?
—Sí —le digo—. Una situación de trabajo.
Sus ojos se vuelven juguetones. —Ya veo.
—Puedo ayudar. —Doy un paso más cerca y rozo mi mano por su pecho hacia la corbata. Aflojándola, le digo—: Me han enviado aquí para negociar un acuerdo.
—¿Enviada por quién?
—Mi jefe —le digo con un pequeño guiño.
Me mira por encima una vez más y levanta el brazo para arrastrar la yema del pulgar por mi labio inferior. Es un toque familiar, pero en lugar de abrir mi boca y lamerlo, lo muerdo.
Se aleja con un pequeño jadeo, y luego se ríe. —Eres irresistible.
—Soy poderosa —le corrijo—. Si todo va bien esta noche, con sólo un chasquido de mis dedos puedo terminar este horrible juicio agotador de tiempo.
Suelto su corbata y pestañeo hasta ver su expresión divertida enderezarse en algo más serio, más suplicante. —¿Puedes?
—Me das tu alma, y hago tus problemas desaparecer.
Su sonrisa regresa y sus manos se deslizan hacia adelante,
enmarcando mis caderas.
—Cuando te ves de la forma en que lo haces, no creo que tenga mucho uso para un alma. —Se inclina, dirige su nariz a lo largo de mi cuello, e inhala—. Es tuya. ¿Cómo negociamos esta transacción?
Aparto sus manos, y le quito la corbata, poniéndola alrededor de mi cuello en su lugar. —Me alegra que lo preguntes. —Desabotonando su camisa, explico—: Voy a hacer algunas preguntas para que pueda determinar el valor de tu alma. Si estas limpio, voy a terminar esto esta noche y te haré ver como un héroe que destruyó el otro lado. Si estás manchado, también… —Me encojo de hombros—. Puede ser un poco incómodo, pero el juicio habrá desaparecido. Y entonces tomo mi pago.
Su hoyuelo apareció brevemente. —¿Y qué tipo de preguntas tengo que responder?
—Tengo que ver qué tan malo has sido. —Bajando la voz, agrego—:Espero que hayas sido muy malo. A mi jefe no le gusta pagar mucho, y hacerte ver como un héroe es bastante caro en este negocio.
Se ve realmente confundido. —¿Pero no es mi alma más valiosa para ti cuanto más corrupto soy?
Sacudiendo la cabeza, le digo—: Solo soy la negociación para atraerte lejos de los ángeles. Te consigo por un mejor precio pero hay poca probabilidad que te quieran de todos modos.
—Ya veo —dice, con una sonrisa divertida.
El silencio se desliza entre nosotros y la amenaza de tensión se cierne a las afueras del pequeño círculo que nuestros cuerpos forman, de pie tan cerca juntos. Por una vez, las reglas son todas mías, el juego es todo mío, y todavía siento el poder en esto, también. Mis dedos tiemblan contra su
pecho con la realidad de este círculo completamente cerrado. Soy su igual. Soy su esposa, queriendo rescatarlo.
—Supongo que estoy a tu merced, entonces —dice en voz baja—. Si puedes hacer lo que dices, estoy adentro.
Inclinando la cabeza, digo—: Desvístete.
—¿Completamente desnudo? —Diversión regresa a su expresión.
—Completamente.
Saca su elegante camisa a cuadros azul de sus hombros.
Me esfuerzo por mantener mi atención en su cara, sabiendo que la piel que está revelando lentamente es, posiblemente, mi cosa favorita de Francia.
—¿Cómo te metiste en este trabajo? —pregunta, desabrochando su cinturón.
—Mi jefe me encontró sola y vagando por las calles —digo, incapaz de resistirme a acercarme, pasando mis manos suavemente por su pecho.
Me encanta la forma en que su respiración se acelera, su piel se aprieta bajo mis dedos—. Pensó que sería una buena negociadora. Cuando me enteré de que tendría que jugar con chicos lindos como tú, ¿cómo me podía resistir?
Su mano tira de su cinturón, sacando el cuero suave tan rápido que hace un sonido brusco contra el tramo de cuero aún enrollado a través de sus pantalones de vestir. Cae al suelo, y sus pantalones van detrás.
Cuando sus pulgares se ciernen en la cinturilla de sus calzoncillos, puedo decir que me está tomando el pelo, esperando a que lo mire a la cara.
Pero no lo hago.
—Sácalos —le digo—. Tengo que ver con que trabajo.
Baja los calzoncillos de su cuerpo y poco a poco —con confianza— sale de ellos. Nunca me acostumbraré a la vista de Pedro completamente desnudo. Él es de bronce, y fuerte, y parece que tendría buen sabor. Y Dios, yo sé lo bueno que es. Es demasiado lo que debo hacer para no
deslizarme hacia abajo sobre mis rodillas y lamer una línea húmeda desde sus bolas a la apretada cima de su polla.
Pero de alguna manera, me las arreglo para resistir, incluso mientras se agacha, rodea su base con el pulgar y el dedo medio, y lo tiende como si estuviera ofreciéndomelo. Me saco la corbata de mi cuello y alcanzo sus manos en cambio, colocándole los brazos detrás de la espalda y girándolos para atarlos en la muñeca. Es fuerte, pero no tanto que no podía salir si quisiera.
Girando a su alrededor, empujo suavemente en su pecho. —Ve a sentarte en el sofá. Es la hora de las preguntas.
—Estoy un poco nervioso. —Admite con un pequeño guiño, pero camina con confianza y con cuidado se sienta, con las manos atrapadas detrás de él.
—Los hombres siempre están nerviosos acerca de esta parte —le digo, siguiéndolo y sentándome a horcajadas entre sus piernas. Me inclino hacia delante y dibujo un círculo alrededor de la cabeza de su pene con el dedo índice—. A nadie le gusta admitir todas las terribles cosas que han hecho.
—¿Y con cuántos hombres has hecho esto? —Esta vez, su voz se engancha en algo —celos, tal vez. O quizás la oscura emoción que viene de imaginarme haciéndole esto a alguien más.
Estas son las cosas que tengo que aprender sobre el hombre con el que me casé.
—Miles —le susurro, disfrutando de la forma en que sus ojos se endurecen. Celos, entonces—. Soy la mejor negociadora que hay. Si quieres que me acuerde de esta noche, es probable que me debas impresionar más tarde.
Descanso mi culo en sus muslos y luego me deslizo hacia adelante,dándole a su polla el segundo más breve de la fricción contra mí antes de alejarme de nuevo. Bajo mis manos, sus hombros se juntan mientras hala contra el lazo alrededor de sus muñecas.
—¿Te pone húmeda tomar el control, Cerise? —susurra, con aspecto desgarrado. Ha roto el papel, pero parece que no puede ayudarse a símismo—. Me gustaría poder decirte lo que verte así me hace.
24 Un negligé es una bata femenina elegante y atrevida.
25 Querida.
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Geniales los 2 caps!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMuy buenos los 2 capítulos!!! Me encanta lo desinhibida q es Pau cuando se disfraza, y si funciona para conocerse más, mejor!
ResponderEliminarbuenisimo, seguí subiendo!!!
Eliminarguauuuuuuuu ! muy buenos los capitulos.. ;)
ResponderEliminarMuy buenos los capss!!!
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