miércoles, 5 de noviembre de 2014

CAPITULO 33




Otros tres días más pasan en un borrón de turismo, comida suntuosa, café y pies agotados, con sólo unas pocas horas en casa, despierta con Pedro. Es fácil tenerlo cerca, que regrese su bufonería después de que haya tenido tiempo para relajarse de su día, y tiene la rara habilidad de hacerme hablar y reír por cualquier cosa: verduras, deportes, cine, la relación del tamaño de zapato y del pene, y mis lugares favoritos para ser besada.


Pero ninguno de nosotros parece saber cómo recuperar esa
comodidad de tocar. En el sofá el miércoles por la noche, me abraza, besa la cima de mi cabeza, traduciendo un drama francés en susurros.


Besa mi sien cuando se va a trabajar y llama al mediodía y a las cuatro todos los días.


Pero parece haber puesto el sexo en mis manos… por así decirlo. Y estoy fallando a lo grande. Quiero decirle que nunca seré la seductora bomba sexual y que tiene que liberar algo de ese Pedro salvaje para hacerme sentir cómoda, pero está demasiado cansado para hacer algo más que quitarse los zapatos cuando llega a casa.


Finjo que estoy en el montaje de una película, desarrollando una nueva rutina matutina en mi fabulosa vida en Paris. Miro por la ventana y pruebo el café que Pedro hizo antes de irse, decidiendo lo que haré todo el día y revisando la pequeña lista de traducciones que él dejó para mí.


¿Cómo estás? Comment allez-vous?

Gracias. Merci.

¿Hablas español? Parlez-vous espagnol?

¿Dónde está el metro? Où se trouve le métro?

¿Dónde está el baño? Où sont les toilettes?

¿Cuánto? Combien ça coûte?

Porque no, no estoy interesada. Mi esposo es perfecto. Comment,non, ça ne m’intéresse pas. Mon mari est parfait.


Una vez que me he duchado y vestido, consigo un pastelillo en la pequeña pastelería a dos cuadras de nuestro edificio, donde platico con la chica americana que trabaja ahí, Simone y luego camino o tomo el metro a un lugar en el que nunca he estado antes. El Barrio Latino, Montmartre, el Museo de Orsay, las Catacumbas. Incluso planeo un tour en bicicleta por Versalles, donde puedo ver los amplios jardines y el palacio.


Es una vida de ensueño, lo sé. Es una vida tan genial que mi yo del futuro casi odia a mi yo del presente por tener tanto tiempo y libertad y siempre sentirme sola. Es ridículo. Es que… me gusta Pedro. Estoy ávida por más tiempo a su lado.


Al menos hay consuelo en saber que puedo llamar a Lola o Helena por la hora en la que se están levantando de la cama y ambas están viviendo indirectamente a través de mí. 


El viernes por la tarde, encuentro una soleada banca afuera del Orsay y llamo a Helena, para ponerla al día de toda la Aventura de Paris.


A pesar de que Helena ha estado aquí más veces de las que puedo recordar, le hablo sobre nuestro piso, el metro, sobre el pastelillo y el café y las interminables calles curvas. Le digo que es fácil caminar por kilómetros y no darse cuenta de ello, que los monumentos más impresionantes casi siempre son los que están en los lugares más ordinarios… aunque nada en Paris es ordinario.


—¡Y estoy conociendo personas! —le digo—. Es decir, además de Pedro.


—Un ejemplo, por favor. ¿Lo aprobaríamos?


—¿Tal vez? —digo, pensando—. Esta chica americana, trabaja en la panadería donde compro mi desayuno. Su nombre es Simone, es del Valle…


—Uh.


Me río. —Pero usó la palabra espantosa14 para referirse a ―genial y desde entonces no dejo de pensar en ella como Gruesimone15.


—Por esto es por lo que me haría gay por ti, Paula —dice Helena—. Casi ni hablas y luego mierda como esa sale de tu boca. ¿Como aquella vez que me dijiste zorralow cuando tuvimos esa pelea en séptimo grado y comencé a reír y no pude parar hasta que me hice pipi? Somos luchadoras terribles.


—Escucha —digo, viniéndome abajo por el recuerdo—, no habla con su mejor amiga desde quinto grado porque ella escogió la misma canción para el primer baile de su boda.


Helena se detiene por un instante. —Dame otro ejemplo, tal vez puedo ver ese.


—¿En serio? —Alejo el teléfono de mi oído y lo miro como si ella pudiera ver lo que pienso a través de la llamada—. Y no te preocupes, Helena, ni Lola ni yo elegiremos algo de Celine Dion.


—Me doy cuenta de que te estás burlando de mí, pero la mujer es increíble. ¿Y en concierto? No me hagas empezar.


Gruño. —De acuerdo, otro ejemplo. —Pienso en algunas opciones.


Podría hablar de la otra barista, la no verbal Rhea, en quien he empezado a pensar como Rhepelente, pero luego recuerdo el extraño hábito de Simone—. Gruesimone dice ―JMV para todo. Como…


—Espera —me interrumpe—, ¿qué es ―JMV?


—Jode mi vida.


—Guau, de acuerdo —dice—. ¿Y la gente usa esto por otras razones que no sean ―tengo cáncer o ―estoy atrapado debajo de un camión?


—Al parecer —digo, asintiendo—. Deja caer unas monedas, JMV.


Derrama café en su mano: JMV. Se astilla la uña y, no bromeo, JMV. Y afuera, en la calle, la ciudad es una locura. Aquí los coches van como locos, pero los peatones sólo entrarían en la calle como: ―he tenido una buena vida, está bien si todo termina aquí.


Helena se echa a reír al otro extremo de la línea y eso me hace sentir cálida, hace que mi mundo se sienta grande de nuevo. —¿Y almuerzan con una botella de vino y cuatro expresos? —pregunto, riendo—. ¿Por qué no?


—Suena como mi tipo de ciudad —dice Helena.


—Has estado aquí, ¿por qué te la estoy describiendo?


—¿Porque me extrañas?


Me dejo caer contra el respaldo de la banca. —Sí. De verdad.


Hace una pequeña pausa antes de preguntar—: ¿Y el marido?


Ah. Ahí está. —Es bueno.


—¿Eso es todo? —pregunta, su voz más silenciosa—. ¿De verdad es todo lo que consigo? Te has ido por dos semanas, viviendo con el pequeño Adonis, ¿y todo lo que puedes decirme es que ―es bueno?


Cierro los ojos e inclino la cabeza hacia el sol. —Es tan dulce, pero trabaja constantemente. Y cuando está en casa, básicamente soy tan seductora como una caja de cartón.


—Bueno, ¿has hecho otros amigos? Amigos calientes. Ya sabes, ¿para mí? —pregunta y puedo oír la sonrisa en su voz.


Tarareo. —No realmente. Quiero decir, ha pasado una semana y media, y estuve enferma gran parte de ese tiempo. Conocí a la mujer de la planta baja y apenas habla español, pero hacemos que funcione.


Pedro te ha presentado a otras personas para cuando se va.


—Sí, no he escuchado nada sobre cualquiera de sus amigos. —Mis pensamientos vagan sobre esto un poco—. Quiero decir, no me malinterpretes, tenemos tan poco tiempo juntos que no estoy muy segura de querer compartirlo. Pero, ¿es raro? ¿Crees que es extraño que no haya mencionado reunirse con algunas personas por aquí?


—Mmm, bueno… ya sea que tenga un montón de novias muertas en algún lugar que está tratando de mantener ocultas…


—Ja, ja.


—O es como tú dijiste y sólo está ocupado. Hubo literalmente semanas en las que apenas vimos a mi mamá al crecer porque estaba en el set.


Tiro de un hilo suelto en mi camiseta, preguntándome si podría estar en lo cierto. —Sí, supongo que tienes razón.


—Ooooo —comienza—, él es un chico y por lo tanto le gusta pretender que eres feliz con sólo caminar desnuda por su apartamento todo el día. Esa es la hipótesis que se lleva mi voto.


—La tomaré.


—Estarás en un avión en un par de semanas. Disfruta la libertad.Llena tus días de sol y vino. Momentos desnudos con calientes chicos franceses. Con uno en particular.


—Tuvimos el sexo más incómodo de la historia del mundo la otra noche. No podía dejar de pensar demasiado en todo. Y nada más por los últimos tres días y quiero tocarlo constantemente. Es una tortura. —Y lo es.


Tan pronto como lo digo, pienso en la piel suave de su cuello, el gentil mordisco de sus dientes, las líneas definidas de su pecho y estómago.


—Entonces sal de tu cabeza —dice en un dramático acento ruso—,y dale a su cabeza algo de atención, si entiendes lo que digo.


—No lo entiendo, zorralow. ¿Puedes explicarme eso? ¿Su… cabeza?¿Te refieres a su pene? Me gustaría que dejaras de hablar en código.


—Bueno, dime algo. ¿Por qué fue fácil en Las Vegas y no aquí?


—No lo sé… —Arrugo la nariz, pensando—. Sólo fingí ser el tipo de chica que haría algo así. Sexo de una noche y sexy y bla bla bla.


Riendo, pide—: Pues sé esa chica de nuevo.


—No es tan fácil. Es más raro aquí. Como si todo fuera intencionado.


―Deberíamos tener sexo porque me siento muy atraída por ti y también estamos casados. Las personas casadas tienen sexo. Beep, boop, boop,fallo al reiniciar el sistema.


—Estás haciendo la cosa del robot ahora mismo, ¿verdad?
Miro mi mano levantada a mi lado, los dedos apuntando y
presionados juntos. —Tal vez.


Su risa se hace más fuerte y trata de sacar las palabras. —Entonces se alguien menos neurótico, trol.


—Oh, amiga, debí haber pensado eso, zorralow. Totalmente puedo ser alguien menos neurótico. Muchas gracias, mis problemas están resueltos.


—Bueno, está bien —dice ella, y casi puedo ver su cara, cómo se inclinaría y se pondría seria con su tema favorito de todos los tiempos: sexo—. Te daré una sugerencia sólo para ti, Terroncito: consigue un disfraz.


Siento como si el cielo se acabara de abrir y el universo ha dejado caer un yunque sobre mi cabeza.


O un guante.


Cierro los ojos y recuerdo Las Vegas, lo fácil que fue ser juguetona en lugar de seria. Pretender ser alguien más valiente de lo que soy. Y la mañana en la que usé su mano como juguete sexual. También funcionó en ese momento. Ser alguien más, perderse en el papel.


Siento la idea cosquilleando en mis pensamientos antes de
propagarse, alas extendiéndose rápidamente.


Interpreta.


¿Qué es lo que más te gustaba de bailar? me había preguntado.


La habilidad de ser cualquier persona en el escenario, le dije. Quiero una vida diferente esta noche.



Y entonces, escogí una vida diferente, pero está aquí,
marchitándose.


—¿Te conozco o qué? —pregunta Helena, su sonrisa empujándose a través del océano por la línea telefónica.




14 En el original ―gruesome.
15 Juego de palabras.

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